Los terremotos son fenómenos naturales, pero Dios puede emplearlos para centrar nuestra atención en acontecimientos de un alto valor espiritual. La Biblia nos dice que la tierra tembló en un momento importante de la historia del mundo: cuando el Hijo de Dios murió. La tierra tembló cuando Jesús, llevando voluntariamente los pecados que expiaba por los hombres, entregó el espíritu clamando a gran voz. El mismo evangelio nos relata cómo en la mañana del domingo, a los dos días, la tierra volvió a temblar en el momento en que un mensajero del cielo anunciaba la noticia más asombrosa que jamás se había escuchado: ¡Jesús resucitó! Así, esos dos grandes acontecimientos estuvieron acompañados por un estremecimiento terrestre, como si el Creador del mundo quisiese llamar la atención de los hombres. Pero si bien un terremoto marcó la muerte de Cristo y otro anunció su resurrección, los evangelios nos relatan que habrá muchos terremotos antes del final de los tiempos ( Mate
PARA QUE VUESTRA FE NO ESTÉ FUNDADA EN LA SABIDURÍA DE LOS HOMBRES, SINO EN EL PODER DE DIOS. 2 corintios 2:5