Un historiador escribió: «Con la necesidad moderna de ganar tiempo, de ocupar todos los instantes, de acelerar su ritmo, por falta de poder extender su duración, perduran la obsesión por la muerte y el incurable deseo de inmortalidad». Muchos de nuestros contemporáneos creen que apresurar el ritmo es una ganancia de tiempo; por lo tanto viven siempre atareados, tensos, agitados, agobiados… Se forjan nuevas obligaciones que van cada vez más rápido y más lejos. Vivir en un mundo ruidoso y bajo presión influye en el ser humano. Muchos están “ trabajados y cargados ”. Pero esta agitación, ¿encubriría el temor a la muerte o a tener que reflexionar en el sentido de la vida? El creyente, enseñado por la Escritura, posee certezas. Al conocer a Jesucristo, el ser humano puede vivir libre. Aún hoy, Jesús dice: “ Venid a mí… os haré descansar ”. Aun en situaciones difíciles, Jesús trae la paz a la conciencia y al corazón, la serenidad y el reposo al espíritu, y una nueva orientación
PARA QUE VUESTRA FE NO ESTÉ FUNDADA EN LA SABIDURÍA DE LOS HOMBRES, SINO EN EL PODER DE DIOS. 2 corintios 2:5