LA SABIDURÍA TERRENAL,ANIMAL Y DIABÓLICA
14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.(St.3:14-16 RV 1960)
La sabiduría terrenal procura satisfacer los deseos y las tendencias que provienen de lo íntimo del hombre natural. Ósea el hombre carnal que esta separado de Cristo y su amor. Debe de tomarse en cuenta que estas tendencias se manifiestan muy a menudo en los miembros de iglesia y repetidas veces en las familias cristianas.
La sabiduría diabólica o demoniaca. A esta pretendida sabiduría no sólo le faltan las características de la sabiduría que es "de lo alto", sino que contiene elementos que son característicos de los demonios. Lucifer no se sintió satisfecho con la sabiduría que Dios le había dado (Eze. 28:17), y se constituyó en el jefe de los demonios. Ese espíritu de envidia lo indujo a sentir "celos amargos y contención" (cf. Sant. 3:14). Algunos ven en las tres palabras, "terrenal", "animal" y "diabólica" los tres enemigos espirituales del hombre: el mundo, la carne y el demonio.(CBA)
El egoísmo en la familia o en la iglesia siempre produce inestabilidad, lo que a su vez causa desventura y confusión. La sabiduría que no "es de lo alto" finalmente revelará su naturaleza mediante sus frutos.
Santiago reconoce dos clases de sabiduría, así como ha reconocido dos clases de fe (cap. 2:17). Como en el caso de una fe muerta, esta clase de sabiduría lo es sólo de nombre; es, en realidad, astucia, habilidad lógica y sutiles sofismas que se emplean por conveniencia propia. Esta sabiduría es destructiva hasta su esencia. Si los celos y la ambición egoísta se cultivan y expresan, el resultado natural será el desorden y la disensión, similar a la situación en Corinto (ver 2 Cor. 12:20, donde se usan varias de estas mismas palabras).
La sabiduría celestial está “llena de misericordia” y también de “buenos frutos”. Como vimos, a pesar del énfasis en Santiago sobre la obediencia y las buenas obras como fruto de la fe, la misericordia triunfa aun en el juicio (Sant. 2:13). En otras palabras, los verdaderamente sabios no solo serán mansos y humildes como Jesús, sino también pacíficos, amables, misericordiosos y perdonadores, dispuestos a pasar por alto las faltas de otros, a no ser críticos ni a juzgarlos.
Como hijos de Dios tenemos un reto por delante y es vencer con el poder de Dios nuestra naturaleza carnal y poder manifestar los frutos del espíritu.(Gal.5:16-26)
Los que venzan el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que recibirán el sello del Dios vivo. Los que no sean limpios de manos, cuyos corazones no sean puros, no tendrán el sello del Dios vivo. Los que estén premeditando el pecado y ejecutándolo, serán pasados por alto. Sólo los que, en su actitud ante Dios, ocupan el lugar de los que se arrepienten y confiesan sus pecados en el grande y verdadero día de expiación, serán reconocidos y señalados como dignos de la protección de Dios. Los nombres de los que firmemente esperan y anhelan vigilantes la aparición de su Salvador—más ferviente y anhelosamente que los que esperan la mañana—se contarán entre los sellados. Los que, por disponer de toda la luz de la verdad que brilla sobre sus almas, debieran obrar de acuerdo con la fe que profesan, pero son hechizados por el pecado, albergan ídolos en su corazón, corrompen sus almas delante de Dios y mancillan a los que se unen con ellos en el pecado, sus nombres serán borrados del libro de la vida y serán dejados en la oscuridad de la medianoche, sin aceite en sus vasijas juntamente con sus lámparas. “A vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación”. – {TM 445.1}
Por Rafael Díaz
14 Pero si tenéis celos amargos y contención en vuestro corazón, no os jactéis, ni mintáis contra la verdad;
15 porque esta sabiduría no es la que desciende de lo alto, sino terrenal, animal, diabólica.
16 Porque donde hay celos y contención, allí hay perturbación y toda obra perversa.(St.3:14-16 RV 1960)
La sabiduría terrenal procura satisfacer los deseos y las tendencias que provienen de lo íntimo del hombre natural. Ósea el hombre carnal que esta separado de Cristo y su amor. Debe de tomarse en cuenta que estas tendencias se manifiestan muy a menudo en los miembros de iglesia y repetidas veces en las familias cristianas.
La sabiduría diabólica o demoniaca. A esta pretendida sabiduría no sólo le faltan las características de la sabiduría que es "de lo alto", sino que contiene elementos que son característicos de los demonios. Lucifer no se sintió satisfecho con la sabiduría que Dios le había dado (Eze. 28:17), y se constituyó en el jefe de los demonios. Ese espíritu de envidia lo indujo a sentir "celos amargos y contención" (cf. Sant. 3:14). Algunos ven en las tres palabras, "terrenal", "animal" y "diabólica" los tres enemigos espirituales del hombre: el mundo, la carne y el demonio.(CBA)
El egoísmo en la familia o en la iglesia siempre produce inestabilidad, lo que a su vez causa desventura y confusión. La sabiduría que no "es de lo alto" finalmente revelará su naturaleza mediante sus frutos.
Santiago reconoce dos clases de sabiduría, así como ha reconocido dos clases de fe (cap. 2:17). Como en el caso de una fe muerta, esta clase de sabiduría lo es sólo de nombre; es, en realidad, astucia, habilidad lógica y sutiles sofismas que se emplean por conveniencia propia. Esta sabiduría es destructiva hasta su esencia. Si los celos y la ambición egoísta se cultivan y expresan, el resultado natural será el desorden y la disensión, similar a la situación en Corinto (ver 2 Cor. 12:20, donde se usan varias de estas mismas palabras).
La sabiduría celestial está “llena de misericordia” y también de “buenos frutos”. Como vimos, a pesar del énfasis en Santiago sobre la obediencia y las buenas obras como fruto de la fe, la misericordia triunfa aun en el juicio (Sant. 2:13). En otras palabras, los verdaderamente sabios no solo serán mansos y humildes como Jesús, sino también pacíficos, amables, misericordiosos y perdonadores, dispuestos a pasar por alto las faltas de otros, a no ser críticos ni a juzgarlos.
Como hijos de Dios tenemos un reto por delante y es vencer con el poder de Dios nuestra naturaleza carnal y poder manifestar los frutos del espíritu.(Gal.5:16-26)
Los que venzan el mundo, la carne y el diablo, serán los favorecidos que recibirán el sello del Dios vivo. Los que no sean limpios de manos, cuyos corazones no sean puros, no tendrán el sello del Dios vivo. Los que estén premeditando el pecado y ejecutándolo, serán pasados por alto. Sólo los que, en su actitud ante Dios, ocupan el lugar de los que se arrepienten y confiesan sus pecados en el grande y verdadero día de expiación, serán reconocidos y señalados como dignos de la protección de Dios. Los nombres de los que firmemente esperan y anhelan vigilantes la aparición de su Salvador—más ferviente y anhelosamente que los que esperan la mañana—se contarán entre los sellados. Los que, por disponer de toda la luz de la verdad que brilla sobre sus almas, debieran obrar de acuerdo con la fe que profesan, pero son hechizados por el pecado, albergan ídolos en su corazón, corrompen sus almas delante de Dios y mancillan a los que se unen con ellos en el pecado, sus nombres serán borrados del libro de la vida y serán dejados en la oscuridad de la medianoche, sin aceite en sus vasijas juntamente con sus lámparas. “A vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia y en sus alas traerá salvación”. – {TM 445.1}
Por Rafael Díaz
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